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21 Cañonazos.


Publicado por Arturo Guevara Escobar

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   Siguiendo la senda de las conmemoraciones centenarias está por llegar el año de 1914 a nuestra memoria. La intervención norteamericana y subsecuente ocupación del puerto de Veracruz. Tema que ha sido por un buen tiempo motivo de discursos viscerales más que de meditación y reflexión por ambas partes de los involucrados. La llamada Revolución Mexicana fue un continuo intervencionismo norteamericano entre muchos otros ingredientes, no uno u otro acto esporádico. Los exaltados textos de nacionalismo lo llaman la “invasión yanqui”, “la infamia”, “la heroica defensa”. No sería mejor dejar de llamar “intervención” a lo que fue un conato de guerra, “toma pacífica” a lo que fue una batalla, y “ocupación” al Gobierno Militar Estadounidense de Veracruz.

    A las dos de la tarde del 27 de Abril de 1914 se iza la bandera de las barras y las estrellas en suelo mexicano recibiendo un saludo de la flota norteamericana de 21 cañonazos. Par ser más específicos en el asta bandera del Hotel Terminal con todas las tropas norteamericanas ensambladas en la amplia explanada a sus afueras. No se trataba de un acto de cortesía sino de una violación de la soberanía.


   Durante los primeros meses de 1914 se habían engarzado una serie de incidentes que involucraba a la Armada de los Estados Unidos y las diferentes facciones que contendían en la guerra civil en México. Resultado de la obligada convivencia en las aguas territoriales de México. Sí el incidente resultaba contrario a los intereses norteamericanos se le llamaba agravio e indignidad; sí lesionaba la dignidad mexicana simplemente se omitían; en el caso de manifestar una deferencia eran actos de cortesía que debían ser tomados con precaución para no genera malos entendidos…

    Por lo significativo que resulta el ejemplo relataré la visita del General Santiago R. Rivero al acorazado USS Pittsburg en el puerto de Manzanillo el 2 de Febrero de 1914; al llegar a la escala fue recibido por el Almirante Cowles y su oficialidad, los marinos americanos presentaron armas y se tocó la marcha de honor izándose la bandera mexicana; al retirase, en el acorazado se dispararon once cañonazos tocando la banda del buque nuestro Himno Nacional al momento que se arreaba la bandera mexicana…seguramente el señor Wilson, presidente de los Estados Unidos en ese momento, nunca se enteró. Se puede apreciar como la política de una nación pude ser diferente a las acciones regidas por la dignidad de los códigos militares, o en su caso el grave error que cometió el Almirante Cowles al darle reconocimiento oficial a un militar extranjero. Recordemos que la administración de Woodrow Wilson le negó el reconocimiento oficial al gobierno de Victoriano Huerta y la destrucción del mismo lo tomó como un asunto personal. Algo así como una relación de odio y amor, “no te quiero pero no te puedo dejar”. La visita del General Rivero fue en respuesta a una visita previa del Almirante al puerto. En 1920 se publica el libro Experiences and observations of an American Consular Officer during the recent mexican revolutions, en él su autor, William Brownlee Davis, hace referencia al hecho: “Algunos oficiales navales japoneses, en su viaje de regreso de la ciudad de México a Manzanillo, se encontraban al mismo tiempo (en Manzanillo). Los japoneses fueron profusamente festejados- mientras permanecieron en la ciudad como invitados-. La presencia del Almirante Cowles y su estado mayor fue ignorada por todos excepto los americanos”. No solo fue ignorado el hecho por Wilson también se borro de la historia. En Enero de 1914 el mismo Almirante Cowles se reunión en San Blas con el constitucionalista Manuel Bonilla con disgusto del gobierno huertista, a lo que se respondió que era un acto sin consecuencias políticas a causa de la indiscreción del Almirante; el gobierno estadounidense siempre tenía la forma de justificarse.

    El domingo 5 de abril de 1914 el General constitucionalista Pablo Gonzales inicia el ataque sobre la sitiada ciudad de Tampico. 

   8 de abril: un Correo Marine de los Estados Unidos se le encarga llevar un mensaje del consulado al puerto, se pierde y vagabundea por el puente Iturbide, primera línea de defensa Federal, se le detiene por algunos minutos y se le deja ir.

   9 Abril de 1914: el Comandante Ralph Earle -Capitán del Dolphin- baja a tierra para hacer compras de rutina para la flota, con el inconveniente que su suministro habitual de gasolina por causa de los combates estaba fuera de alcance. En el consulado norteamericano se reúne con el comerciante alemán Max Tyron para negociar la compra de gasolina. Tyron le informa que el combustible lo tiene almacenado en una bodega cerca del puente Iturbide. Earle regresa a su barco y comisiona al inexperto pagador de 23 años Charles Copp para recoger el combustible, quien se encontraba en su primer viaje de servicio.

   11:45 de la mañana, Copp, junto con 8 hombres a bordo de un bote ballenero se internan por el canal. Llegan a la bodega y empiezan a cargar la mercancía, 10 soldados Federales también concurren en el lugar; le informan a Copp que debe abandonar el lugar y les piden acompañarlos. Copp les dice a los marinos que deben ir con él, dos de ellos ignorándolo regresan al bote. El comandante mexicano repite la orden apuntando sus rifles hacia los norteamericanos, Copp ordena a los dos marinos salir del bote.

   Continuar con los detalles es toda una novela, de manera sucinta se detiene a 8 marinos y un oficial norteamericanos provenientes del U.S.S. Dolphin en el puerto de Tampico; al poco tiempo son liberados y regresan a su buque. El General Morelos comandante Federal del puerto se disculpa verbalmente como un acto de cortesía. Más tarde el Almirante Mayo hizo llegar al General Morelos una carta usando la siguiente frase para recriminarlo: “La responsabilidad por actos hostiles, no puede eludirse alegando ignorancia”, esto era en el sentido que supuestamente dos de los marinos se encontraban en el bote al momento del apresamiento y con bandera estadounidense en el mismo significando que estos habían sido sustraídos de territorio norteamericano, pero los mexicanos eran desconocedores de las leyes internacionales. El Almirante Mayo exige un desagravio: castigo para el oficial mexicano que ordenó la detención y saludar a la bandera estadounidense sobre suelo mexicano de forma prominente con 21 cañonazos. Tanto el General Morelos Zaragoza como el Almirante Mayo notifican a sus respectivos gobiernos del incidente; el General Morelos se declara incompetente para resolver el caso por sus implicaciones, el Almirante Mayo había tomado decisiones de forma personal fuera de sus competencias sin pensar en las consecuencias. El Almirante Mayo no tenía comunicación directa y su mensaje va por intermediación del Almirante Fletcher en Veracruz iniciándose una cadena de teléfono descompuesto.


   Para justificar sus actos le hace la aclaración al Almirante Fletcher: “Considero, que la humillación y gran insulto hacia ellos [los marinos] y la bandera de los Estados Unidos es tal que la disculpa pública tal y como la solicito en mi carta al General Zaragoza debe ser sostenida”. El gobierno norteamericano ve la oportunidad y le ordena al Almirante Mayo ser intransigente. El Gobierno mexicano desde un inicio argumenta que sus disculpas son un acto de cortesía más no una aceptación de culpabilidad y propone una solución conciliatoria sobre un principio de equidad, el saludo debería ser contestado por uno de los buques norteamericanos izando bandera mexicana; lo que era simplemente honrarse mutuamente con un saludo de ordenanza; lo que había hecho el Almirante Cowles 60 días antes. Existe la versión que la última propuesta vino del Almirante Fletcher, de cualquier forma es rechazada por el Presidente Wilson. Ante la negativa norteamericana agravada por la inadmisión de las disculpas verbales, el Gobierno mexicano insiste en la propuesta antes señalada pero con un compromiso firmado. Victoriano Huerta también había visto la oportunidad y entra al juego de la diplomacia internacional, la consecuencia política es aclarada por el mismo Wilson a sus asesores; se reconocería tácitamente mediante un documento al gobierno de Huerta. Huerta revira: llevar la disputa al arbitrio de la convención de la Haya o dirimirlo conforme al artículo 21 del tratado de Guadalupe-Hidalgo. El Secretario de Estado William Jennings Bryan rechazó la propuesta de arbitrio de la Haya, la propuesta lo enfurece en el fondo sabía que Huerta tenía razón. El Presidente Wilson decidió usar la fuerza en lugar de aplicar el artículo 21 del tratado Guadalupe-Hidalgo: “Si entre los gobiernos de ambas repúblicas hubiese un desacuerdo, ambos gobiernos se comprometen a buscar una solución pacífica”.

“Llevar hasta ese punto la cortesía [consentir en el desagravio], equivaldría a aceptar la soberanía de un Estado extranjero, con menoscabo de la dignidad y del decoro nacionales…” Victoriano Huerta.

   Con las circunstancias puestas en un callejón sin salida por la intransigencia norteamericana, el 13 de Abril se presenta otra exigencia fundamentada en los daños causados a ciudadanos norteamericanos en Tampico a causa de los combates entre constitucionalistas y tropas Federales; la imposición forzosa como territorio neutral del área petrolera, de no ser así los Estados Unidos se abrogaban el derecho de imponerla por la fuerza; esta es la verdadera razón de una temida intervención armada en Tampico; esta amenaza no solo iba dirigida al gobierno de Huerta.

    Se ordena la movilización de la flota del Atlántico hacia Tampico y la de Pacifico hacía la costa mexicana. Parte de las mismas ya se encontraban en aguas mexicanas. En esos mismos días el Imperio Alemán se debatía en el dilema de la movilización militar, estaba listo para iniciar una guerra contra Francia pero no querían pasar a la historia como el agresor dando el motivo de un Casus Belli; la movilización era un Casus Belli en sí.


    Wilson presenta una solicitud al Congreso para hacer uso de la fuerza y salvaguardar los “derechos y dignidad” de su nación en la sesión conjunta del Congreso Norteamericano del 20 de Abril: “vengo a solicitarles su aprobación para que pueda usar las fuerzas armadas de los Estados Unidos en tal manera y en tal amplitud que sea necesaria para obtener del General Huerta y sus adherentes el completo reconocimiento de los derechos y dignidad de los Estados Unidos”-en la forma en que se redacta la petición no se marcan límites en el uso de la fuerza-. En el mismo discurso Wilson inicia pidiendo “consejo y cooperación”, hace referencia a no querer usar la fuerza como una imposición, que sus sentimientos son de una profunda y sincera amistad hacia México, etc.; discurso lleno de falacias que sus propios actos confirmarían días después. Wilson no necesitaba de un permiso para poder ejercer la fuerza contra México pero quería una corresponsabilidad, incluso tenía el poder constitucional de declárale la guerra a México. La recomendación en el manejo de la fuerza que recibió Wilson de parte de sus asesores fue hundir el cañonero mexicano Nicolás Bravo en las aguas de Tampico. La solicitud presentada al Congreso se basaba en el incidente de Tampico aunque se hacen referencia a otros. La tarde del día 20 la Cámara de Representantes aprueba la petición de Wilson con 323 votos a favor y 29 en contra, el Senado continúa deliberado. El 18 se habían generado informes de inteligencia proporcionados por el Cónsul norteamericano en Veracruz, avisando que el día anterior atracó el vapor de la American Ward Line, Mexico, con un cargamento de armas, esperándose otro a bordo del buque de bandera alemana Ypiranga; desde el día 17 se conocía también del embarque de armas a bordo del vapor Monterey que había zarpado de Nueva York con el mismo destino. La administración Wilson sabía con anterioridad del cargamento del Ypiranga por otros medios. Los buques con bandera alemana Bavaria, Dania y Kronprinzessin Cecilie también se enfilaban hacía México portando armas. Wilson no creyó oportuno informar de esto al Congreso. 

    La madrugada del día 21, el Presidente de los Estados Unidos adelantó la orden de intervención armada en México para detener el arribo de más armas que potencialmente podían ser usadas en su contra. Cuando su solicitud para el uso de la fuerza bajo argumentos diferentes aún no era aprobada por el Senado; la respuesta llegaría el 22 de Abril cuando ya era un hecho consumado la intervención. La resolución aprobada por el Congreso justificaba el uso de la fuerza: “solo para demandar inequívocamente la enmienda de ciertas afrontas e indignidades”, se limitaba específicamente el alcance de la intervención y se hacía la aclaración: “Los Estados Unidos rechazan cualquier hostilidad hacia el pueblo mexicano o cualquier propósito de hacerle la guerra a México”. De acuerdo a la autorización otorgada el día 22 por el Congreso de los Estados Unidos para el uso de la fuerza, se debía desocupar el puerto de Veracruz inmediatamente después del desagravio, ya que la justa e inequívoca retribución de la enmienda de ciertas afrontas e indignidades se había cumplido cabalmente…


   Esta historia fue el pretexto para otros fines, pero también fue el origen de actos y responsabilidades no contempladas que posteriormente iremos tratando en otras publicaciones. No solo los mexicanos creamos actos míticos heroicos para alagar al ego nacional, en los Estados Unidos también. El primer norteamericano que murió en el desembarco fue George D. Poinsett, la publicación The Outlook en 1914 se refiere al hecho: “George D. Poinsett el primer americano que sacrificó su vida para salvara a México de la anarquía, este joven tenía solo 22 años cuando murió…” De este marino del USS Florida se dice que murió cuando izaba la bandera norteamericana en la Aduana, en otras versiones fue en la “plaza”, todo era ficción, aún así se le erigió un monumento en los Estados Unidos.

   Es curioso como este personaje comparte el mismo apellido con otro norteamericano de importancia relevante en la relación entre México y los Estados Unidos. México nunca ha tenido una relación fácil con su vecino del Norte. Lo que a veces se pierde de vista es cuándo y cómo comenzó esa convivencia tan complicada. A finales de 1822 llegó a México un diplomático estadounidense con la misión de sondear al novicio gobierno imperial mexicano de Agustín de Iturbide y proponerle que vendiera los Estados norteños de México, se trataba de Joel R. Poinsett. La vida independiente de México no cumplía un año cuando ya se pensaba en expoliarlo. El gobierno de James Monroe lo había enviado a México. Apenas se había consumado la independencia y el gobierno de Agustín de Iturbide veía que las cosas empeoraban a falta de unidad nacional. Poinsett, un republicano convencido, creía que el Imperio Mexicano era una farsa y un peligro; no pudo convencerlo de que vendiera Texas, Nuevo México, Alta y Baja California, Sonora, Coahuila y Nuevo León. Como consecuencia inició el camino de la intriga las maquinaciones e injusticias para lograr ese propósito; lo primero destruir a Iturbide y su Imperio. El incidente de Tampico en 1914 tuvo lugar en el Puente Iturbide.

    Poinsett encontró en México una planta que le fascinó y la llevó a los Estados Unidos, la flor de noche buena, en inglés: poinsettia, nombre otorgado en su honor. Uno de sus nombres autóctonos era Cuetlaxochitl: flor que se marchita que decae, o flor de la tristeza. “Joel Roberts Poinsett fue el primer norteamericano que buscó salvar a México de la anarquía” y por todos los medios indujo el decaimiento en México para tomar ventaja de su debilidad, política continúa de los Estados Unidos hacia México. El apellido Poinsett tiene su origen en Francia o Flandes, su significado es relativo a las profesiones que hacían uso del punzón, un instrumento filoso y puntiagudo para hacer perforaciones, no pudo tener mejor nombre. Joel R. Poinsett como si fuera el profeta Joel de los textos Bíblicos traía las nuevas sobre la destrucción de México.

La imagen cruenta. II


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  Reflexión sobre la conferencia de Miguel Ángel Berumen Campos.

  La imagen cruenta, así se bautizó al coloquio con motivo del centenario de la Decena Trágica organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Dirección de Estudios Históricos, la Dirección de Etnología y Antropología Social y el Sistema Nacional de Fototecas; realizado el 7 y 8 de Febrero pasado del 2013.

  La mañana del día 7 de Febrero después de la conferencia magistral impartida por el Doctor Carlos Martínez Assad, fue el turno del investigador Miguel Ángel Berumen Campos: “La disputa por el liderazgo moral de la revolución, De San Luis Potosí y de Los Ángeles a Casas Grandes”.

  Iniciando con una disculpa por no tratar el tema de la Decena Trágica al no ser su especialidad, el investigador continuó con un inteligente discurso a partir de frases enumeradas a modo de índice, representativas de la sucesión de acontecimientos que conforman la esencia de su disertación. A pesar de la disculpa su planteamiento sí era competencia del tema; Madero pierde el liderazgo real y moral de la revolución con la Decena Trágica.

  La sucesión de hechos y personajes en busca del liderazgo moral de la revolución lo llevaron a la actualidad y al ineludible Emiliano Zapata. Circunstancia que aprovechó para manifestar su descontento por la falta de reconocimiento a sus aportaciones en el tema de quién fotografió al General Zapata ataviado con la banda multicolor canas y sosteniendo su Mauser. Los destinatarios de la queja fueron: Mayra Mendoza Avilés, Subdirectora de la Fototeca Nacional y un servidor.

  Lo primero sería aclarar cuál es la información que Berumen reclama como resultado de sus investigaciones. Afirmó sin mostrar las pruebas, que la fotografía antes referida de la cual se conservan varias reprografías en el acervo de la Fototeca Nacional en Pachuca, fueron creadas por el fotógrafo F. Wray. Él se basa en el hallazgo de un registro de propiedad datado en 1915 sobre la que se dice ser la última fotografía realizada a Francisco I. Madero en Cuernavaca, 1913, donde la firma del mencionado F. Wray coincide con la plasmada en la fotografía de Zapata. Documento que ofreció publicar en un futuro libro dedicado al caudillo del Sur.

  El 20 de noviembre del 2009 el diario capitalino Milenio publico lo siguiente:

“ En la página electrónica del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Mayra Mendoza Avilés, subdirectora de la Fototeca del INAH, aseguró que la emblemática foto de Emiliano Zapata en la que aparece con el fusil en la mano derecha, el brazo izquierdo apoyado en el sable, atribuida al fotógrafo Hugo Brehme, no es de la autoría de éste último. Al respecto, Miguel Ángel Berumen comentó que efectivamente la imagen reproducida en libros, revistas ysouvernirs no es de Brehme y afirmó que así lo ha comentado con Mayra Mendoza. Respecto a los nombres que maneja la subdirectora de la Fototeca —“podría ser de algún fotógrafo estadunidense poco conocido llamado F. Moray o F. McKay”—, Berumen rechaza esa afirmación.

El experto en fotografía de la Revolución lleva más de tres años trabajando en un proyecto editorial sobre Zapata en el cual, asegura, dará a conocer el nombre del autor.”

  En ese momento y hasta el 7 de Febrero de 2013 Miguel Ángel Berumen mantuvo en reserva su información. Efectivamente conmigo también sostuvo una plática en esas fechas sobre el mismo tema sin que me aportara el nombre de su candidato. Y aún en el caso que lo hubiera hecho, en ningún momento he usado esa información, en ninguna de mis publicaciones impresas o digitales he afirmado que F. Wray sea el autor de la icónica imagen; al contrario he aportado información que indicaría que F. Wray no era fotógrafo más bien una agente de comprar venta de fotografías trabajando para la Casa Americana Amplificadora de Retratos. De ser verdadera la información que nos promete Berumen tendríamos 3 firmas diferentes de F. Wray plasmadas en dos fotografías diferentes de un mismo hecho histórico; datos para tomarse en cuenta. En el caso que las firmas coincidan como Berumen afirman, aclararía la mala interpretación que se ha hecho de unas iniciales “F. M.” en lugar de “F. W.”…

Fotografía firmada dos veces por F. Wray

Cortesía de Daniel Escorza.
Anales Gráficos de la historia militar de México,
1810-1970..., de Gustavo Casasola, 1973.

  Hasta aquí podríamos definir quien registró o pretendió ostentar un registro sobre la imagen, pero por otra parte tenemos al menos cuatro caminos de difusión a partir de cuatro imágenes diferentes:

1.- Fotografía 8x10 publicada en el Imparcial, 16 Abril 1913, sin firmar; la que podemos considerar como imagen original en cuanto a su integridad de contenido visual.
2.- Tarjeta postal reencuadre de un formato 8x10, circulando a principios de 1913, sin firmar.
3.- Dos versiones de reencuadre tamaño postal reprografiadas a 5x7 que se distribuyen en los Estados Unidos, uno de ellos coincide con el supuesto (2), sin firmar.
4.- Fotografia 5x7 de un reencuadre del formato 8x10, se desconoce sí esta imagen se genera a partir de un original o de una reprografía, firmada, se desconoce a partir de cuándo se distribuye, al parecer solo circula en México durante el periodo histórico. El archivo Casasola conserva una reprografía de una “fotografía” vintage montada en un marco de cartón, y el Museo Frida Kahlo Casa Azul posee otra copia vintage.
El Imparcial Diario Independiente. 16 de Abril de 1913.

Hemeroteca Nacional Digital de México

  Esto permite suponer que más de uno ejerció algún tipo de derecho o registro sobre la imagen, por lo menos podemos esperar uno a favor de Fred Miller y otro para Fred Wray, dos agencias fotográficas norteamericanas también pretenden los derechos: Brown Brothers y Bain News Services. Una de las propuestas de Mayra Mendoza Avilés es un individuo de nombre F. Mckay, y se podría tratar de Edward F. Mckay editor de Colorado Springs Gazette que visitó México en diversas ocasiones. Por lo tanto todas las opciones podrían ser validas en cuanto a quien pretendió los derechos de alguna forma y queda abierta la pregunta de quién fue el creador; existiendo tres investigadores con tres propuestas diferentes y las tres validas sin que haya menoscabo del trabajo de uno u otro en la búsqueda de una verdad razonable.

  Un paso más hacia el conocimiento certero es el siguiente: hasta el momento se conocen dos tomas diferentes del hecho histórico y Mayra Mendoza Avilés propone la existencia de una tercera basándose en el hecho que Emiliano Zapata no mira a la cámara sino centra su atención en otra parte; el 19 de Junio de 1911 el diario El Imparcial publicó en su primera plana otra toma. Tendríamos efectivamente 3 tomas diferentes más una  probable, por lo tanto también podríamos esperar la existencia de un grupo igual de fotógrafos en la misma cesión  fotográfica.

El Imparcial Diario Independiente. 19 de Junio de 1911.

Hemeroteca Nacional Digital de México


La imagen cruenta. Reflexión sobre la conferencia magistral del Doctor Carlos Martínez Assad.


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La imagen cruenta, así se bautizó al coloquio con motivo del centenario de la Decena Trágica organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la  Dirección de Estudios Históricos, la Dirección de Etnología y Antropología Social y el Sistema Nacional de Fototecas; realizado el 7 y 8 de Febrero pasado. Tras la apertura del evento e inauguración de la exposición fotográfica se dio paso a la conferencia magistral impartida por el Doctor Carlos Martínez Assad: “Vidas paralelas: Reyes y Madero”. Donde se plantearon las diferencias de carácter y visión de ambos personajes que poco a poco los confrontarían en la pretensión de dirigir el destino de México y donde salió a relucir la Segunda Reserva.

Izquierda:
Tarjeta postal, autor anónimo. General Bernardo Reyes.
Derecha:
Fotografía 8x10, editada por el estudio fotográfico Marst,
autor: Heliodoro J. Gutiérrez.
Presidente Francisco I. Madero.

La prensa ha retomado el tema a su modo, simplificándolo en la  confrontación entre democracia y militarismo, tema muy de moda. Si bien ninguno de los personajes del drama pudo dominar las riendas de los acontecimientos ambos contribuyeron cuales corceles de un mismo carro en el decisivo vuelco del destino en la nación mexicana. Es paradójico que ni ellos en su momento ni nosotros en gran medida en la actualidad distingamos esto, no eran dos corceles en una carrera parejera, eran dos briosos animales en un mismo aparejo. Cual correspondía cada uno con sus viseras, la tragedia estriba en que no hubo un sabio conductor llevando las riendas. Con frecuencia se le atribuye ingenuidad a Francisco I. Madero, pero  en muchas ocasiones ha sido una característica de la nación mexicana, nada de exclusividad. Cuan diferente hubiera sido el resultado con Madero en la presidencia y Reyes de vicepresidente o alguna otra combinación por el estilo que implicara un trabajo en equipo, las políticas implementadas en el Estado de Nuevo León por el general Reyes funcionando a nivel nacional sin dudad hubieran sido una base firme para una democratización no solo de las estructuras políticas, sino también de la generación y repartición de la riqueza, todo paso a paso; de nuevo hablando de paradojas la formula "Madero-Vázquez Gómez" era eso, en las palabras de Roque Estrada representaban la popularidad (Madero) y el legítimo prestigio (Vázquez). Es ingenuo pensar que la democracia era o es una solución mágica, como también lo es pensar la existencia de una sociedad sin militarismo, somos "seres humanos", con defectos y virtudes, no entes perfectos en conciencia y actuar. Es utópica la sociedad universal donde no se necesite ni Policía, ni Leyes, ni Jueces, ni Milicia porque todos sus miembros son cien por ciento responsables y autónomos. No olvidemos que la diferencia básica entre Policía y Milicia es su uso, en esencia son iguales, cuerpos armados de ciudadanos al servicio de la Sociedad. La policía es el cuerpo armado de los ciudadanos (polites), mientras la milicia son los ciudadanos adiestrados comunitariamente para usar las armas; una policía capacitada es una milicia. El origen de las palabras: milicia, miliciano, militar, etc., se encuentra en la raíz Indoeuropea mel-, misma raíz que da las palabras mejor, mucho o multitud; por lo tanto el miliciano, el que cumple con el servicio militar, es el ciudadano que se congrega, milita,  para proteger-servir a la sociedad, no necesariamente esgrimiendo las armas, los bomberos también son una milicia. El uso de una palabra que implica solidaridad, compromiso y conciencia (la fuerza de la unión) pasó a ser sinónimo del miliciano profesional que cobra por su trabajo (miles), algunas veces al mejor postor (mercenarius). Es ingenuo pensar que la integridad territorial de México y la política nacionalista de la post-revolución fueron resultado de la tozudez y sagacidad de los caudillos a cargo de la silla presidencial, eso es no ver el mundo donde vivimos, y fue precisamente lo que no hizo ni Madero, ni Reyes, ni los Científicos, ni Díaz, ni los Magón, ni…nadie lo vio durante los primeros años del conflicto un caso diferente es Venustiano Carranza y el Plan de San Diego. Para las potencias mundiales México había entrado en las grandes ligas les gustara o no, formando parte de lo que terminaría siendo una guerra  global. México mantuvo su integridad territorial y pudo implementar políticas hasta cierto punto independientes incluyendo reformas sociales a un en contra de los intereses internacionales gracias al caos de una sociedad militarizada, los costos de tratar de imponer un “orden” en México por la fuerza era simplemente tan altos en recursos e implicaciones dadas las circunstancias mundiales de 1910 a 1920 que había que meditarlo bien, los acontecimientos en México era parte de un conflicto global y no solo asuntos internos; la Revolución Mexicana fue el elemento militar disuasivo a falta de una milicia efectiva. Con México en paz y  la milicia incapaz que existía las presiones internacionales de todo tipo hubieran hecho ceder a cualquier gobierno mexicano, de hecho ocurrió en gran medida en 1911 y 1913. Los Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, naciones que se consideraban la punta de lanza de la democracia y cultura occidental, modelos para Francisco I. Madero, eran potencias militaristas, y en el cenit del conflicto mundial dirimido con las armas se convirtieron en gran medida en sociedades militarizadas. Una diferencia entre un estado civil no militarista, uno civil militarista y uno civil militarizado, es el servicio militar obligatorio, no por conciencia sino cohersionado por la Ley. Si el servicio es obligatorio la sociedad esta militarizada…claro hay de servicio militar a servicio militar, no era lo mismo el servicio militar del Imperio Alemán que las Segunda Reserva implementada por Bernardo Reyes, o el servicio militar de la actualidad en México. Como mencionó el Doctor Carlos Martínez Assad, la Segunda Reserva tenía la virtud de disolver las barreras sociales de sus miembros, era el lugar donde se daba cohesión social, convivencia sana, se ejercitaban físicamente, se aprendía disciplina, y claro estaba el uso de armas. Pero también era el ambiente ideal para la difusión de ideas. En la Grecia clásica junto a la democracia estaba el servicio militar como un deber cívico, aunque con el pasar de los siglos y con una Grecia militarista se veía más como una carga onerosa en todos los sentidos, cada ciudadano a parte de su vida ponía los recursos económicos para armar la milicia. Existen las milicias políticas, y la democracia no es un concepto ajeno a la milicia, en ello no solo está el caso del general Bernardo Reyes también el del general Felipe Ángeles hablando de forma explicita, un partido político es una milicia; a caso no se milita en un organismo político...cuando necesitas educar a una sociedad de adultos una buena escuela es la militancia. El reyismo ganó preponderancia no solo por las virtudes del General Reyes, la Segunda Reserva jugó su papel de promover ideas, y no precisamente como foco de una insurgencia militar. El maderismo se nutriría de la Segunda Reserva con hombres política y militarmente aptos.

La pregunta es porqué la democracia se sirve de la milicia y después la traiciona, para que posteriormente sea la milicia la que traicione a la democracia...

En un Estado democrático ideal, todos los ciudadanos deben ser militantes, así como en una Iglesia los creyentes deberían ser practicantes.