Shrapnel...


Publicado por Arturo Guevara Escobar en ,

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En esta ocasión iremos directamente a una imagen, dejemos que hable por si sola…

Fotografía 5x7 numerada como 27 y con la leyenda: CASA DESTRUIDA POR LA METRALLA., HJGUTIERREZ. FOTO. MEX., De la autoría de Aurelio Escobar Castellanos.

Se muestra los destrozos al interior de una vivienda, por medio de otras imágenes podemos suponer que se trata de la construcción en el predio número 99 del Paseo de la Reforma en la ciudad de México, tomada en los últimos días de la Decena Trágica, febrero 1913, el edificio ya no existe.

Al fondo se ve un resquicio de luz por debajo de una puerta, se trata de un portón de dos hojas, y por la configuración arquitectónica, podemos suponer que es la entrada principal hacia la calle. Seguramente al momento de producirse el ataque causante de los daños se encontraba ya abandonada, lo podemos inferir puesto que no hay el menor intento por alterar la escena, inclusive el fotógrafo tiene el cuidado de no pisar el polvo ni los escombros.

Es el patio central, el cual se circundaba por las habitaciones del edificio de dos plantas y un ático, existe un corredor perimetral cubierto en el piso superior, aunque no lo vemos en la imagen, la nítida huella del polvo marcando el claro de luz lo delata. De la misma forma las láminas retorcidas y perforadas sobre el suelo, son el despojo del techo. Generalmente sobre un piso nivelado, el último de la construcción que sería el del ático, se construía la estructura para la techumbre exterior, de madera recubierta de tejas o láminas metálicas como en este caso, por eso sabemos de la existencia del ático, claro al observar las entonces viviendas del paseo de la Reforma vemos que muchas contaban con ático.

Fotografía 5x7 distribuida por H. J. Gutiérrez, el efecto de las granadas Shrapnel en un tejado.

Lo que en realidad nos interesa es la escena de los destrozos, las huellas de un crimen…

A la Decena Trágica se le ha llamado también la Guerra Falsa, nada falsa por sus resultados físicos, pero la farsa y contubernio entre los sublevados, Felicistas, y parte de las fuerzas Federales ha dado pie a ese apelativo.

Aunque el estudio de los daños físicos causados a la ciudad de México no se ha hecho, al parecer son menores de lo que se podría suponer, el mismo poeta José Juan Tablada, que escribió un diario sobre la Decena Trágica, presenciándola desde su casa en Coyoacan, lo hace notar cuando él finalmente ingresa a la ciudad de México.

¿Esto tiene que ver con la guerra Falsa?

Tanto las intrigas del Embajador de los Estados Unidos para derrocar al gobierno de Francisco I. Madero, en parte secundado por el representante de Alemania, como la táctica usada por los Felicistas bajo el influjo de ellos, se basaba en el engaño, la manipulación del temor, y crear un estado de abatimiento general, para aceptar cualquier solución. Pero no hubo una intención de destruir la ciudad, y se buscaron los medios para reducir los daños físicos y alimentar el terror. En que podemos sustentar esta apreciación.

Básicamente la Decena Trágica desde el punto de vista táctico la podemos resumir en un duelo de artillería. Cuanta munición se uso es un misterio, hay desde quien menciona 100 disparos al día hasta los mil cañonazos.

Con un abultado número de disparos era de esperarse la ruina de la ciudad, gran temor de José Juan Tablada, pero qué paso.

Nº6 H J GUTIERREZ, fotografía del general Felipe Ángeles.


Tenemos el testimonio del General Felipe Ángeles, el mejor artillero de las tropas leales al régimen: con la constante queja de no contar con la munición adecuada…

En la tarde del 9 de febrero de 1913, personalmente Francisco I. Madero se dirige a la cercana ciudad de Cuernavaca, donde se encontraba acantonado el general Ángeles para traerlo a la ciudad de México y reforzar su situación.

El general Ángeles era un militar de carrera con estudios en Europa, sabía lo que decía, no era posible tomar la Ciudadela con esas municiones. Las fuerzas de Cuernavaca viene equipadas con varias baterías de artillería de cañones St. Chamond -Mondragón de 75mm.

Este cañón, prodigio de una mente mexicana, era ni más ni menos la creación del general Manuel Mondragón uno de los conjurados, y líder de los felicistas atrincherados en la Ciudadela. Se basaba su diseño en el cañón francés St. Chamond, al que se le realizaron mejoras al grado de convertirlo en el mejor cañón de la época, superior en prestaciones a los usados durante la Primera Guerra Mundial. Era un arma tan eficaz, que los norteamericanos se llevaron algunos ejemplares a su país para analizarlos, durante la Guerra Civil Española, 1936-39, el gobierno mexicano envió 16 cañones a la República aunque fueron capturados antes de llegar a su destinatario; y en la Guerra Árabe Israelí de 1949, los israelitas compraron algunas docenas de estos cañones llamándolos cucarachas.

Pero de qué sirve tan ejemplar arma sin municiones…

¿A que se refiere el general Ángeles?

El cañón Mondragón en 1913, podía recibir básicamente cuatro tipos de munición, explosivas, fragmentación, demolición, e incendiarias.

Al llegar el general Ángeles a la ciudad de México su artillería solo llevaba municiones de fragmentación, conocidas como: Shrapnel.

Se trata de una munición antipersonal, básicamente un cilindro relleno de explosivos y balines, con una espoleta de percusión. Al chocar el proyectil la espoleta detona los explosivos y hace volar por todas partes la metralla, es una munición diseñada para ataca a la infantería y causar el mayor daño posible a las personas (Peso del proyectil: 6,5 kg. Número de balas de plomo endurecido: 278. Carga de proyección: 80 gramos de pólvora "B") Y prácticamente inútil contra un edificio, era como lazar pedradas, a mucha velocidad claro está.

El general Ángeles sabía que con municiones de demolición e incendiarias, la Ciudadela no hubiera aguantado ni un día, pero nunca la tuvo a su disposición, pues este tipo de material se encontraba resguardado en la Ciudadela, granadas explosivas de alto poder, granadas torpedo, granadas Martín-Halle. Y nadie se intereso de traerlas de algún otro lugar.

Regresando a la fotografía, encontramos en el piso 5 espoletas Shrapnel, los restos claros de dos cilindros, más abundantes fragmentos; y otra espoleta de una munición explosiva, y como si no fuera suficiente abundantes balines, al interior de la vivienda, se debieron esparcir por lo menos 1390 de estos.

La primera pregunta es cómo se hace para meter todo ello en el patio. La lámina más prominente entre los despojos tiene los rastros de 5 impactos, dos en su parte central y otros tres en una de sus juntas.

Estando el techo en su estado original era posible que hubiera aguantado un primer impacto siendo solo perforada la lámina, las dos entradas de la parte central son limpias, pero ante el repetido golpeteo y probablemente simultaneo se vino abajo, sin contar un impacto explosivo.

El cañón Mondragón tenía una cadencia de fuego de 21 disparos por minuto, seis más que su contraparte francesa, esto quería decir que podían disparar una vez cada 3 segundos; permanecía casi inmóvil durante el tiro, enterrando la azada posterior del mástil en el primero o segundo disparo, contribuyendo a su estabilidad el hecho de no existir choques ni rozamientos durante el retroceso y vuelta en batería, debido a que el freno es hidráulico y el recuperador de resortes. De esta forma una misma pieza podía hacer repetidos tiros casi en el mismo lugar, como vemos con diferencia de centímetros.

Tarjeta postal anónima, publicada por Enrique Krauze en Madero Vivo.


Aunque el cañón Mondragón tiene muchas virtudes, es un cañón de campaña, con un ángulo de tiro al cenit de 17º 30”. Esto quiere decir que no puede hacer tiros parabólicos, lo ideal para eficientar la acción destructora durante un “sitio”. Para esto se usan morteros u obuses, cañones de gran calibre y cañón corto que casi disparan verticalmente, con poca distancia de alcance. Entre mayor sea la distancia del objetivo más eficiente y mortífero es la acción del Mondragón hasta llegar a su alcance máximo de 4000 metros, a menor distancia menor velocidad de la munición y menor poder de impacto.

A lo largo de la calle de Balderas, prácticamente desde sus dos extremos, se dio un duelo de artillería, los felicistas perdieron un cañón y los federales dos a causa de impactos directos, sin embargo los daños son relativamente pequeños en la calle; no encontramos ni un solo cráter…

En la esquina de Balderas y Victoria encontramos el edificio más dañado, algunos refieren que se usaron explosivos y otros que fue el impacto de municiones incendiarias.

En el edificio del Heraldo, que fungía como paramento al final de la calle de Balderas, y que bajo su sombra el general Maas colocó una pieza de artillería, contamos por lo menos 24 perforaciones de granadas de gran calibre, probablemente de un Mondragón; sin embargo con dos o tres granadas torpedo, hubieran quedado un montón de cascajo en vez del edificio.

Es claro, las tropas leales a Francisco I. Madero solo contaban con munición Shrapnel para sus cañones Mondragón, aunque sus cañones de menos calibre tenían algunas granadas explosivas, como las que destruyeron la torre de la sexta comisaría. Su contraparte, los felicistas, solo usan granadas explosivas de manera muy reducida a pesar de contar con un arsenal para haber convertido a la ciudad de México en escombros.

No fue una decisión humanitaria, bien por el contrario… ¿pero quién la tomó?

Luego de la muerte del general Bernardo Reyes a las puertas de Palacio Nacional, la mañana del 9 de febrero, tanto el general Félix Díaz como Manuel Mondragón, toman decisiones tácticas erróneas.

La guarnición con el control de Palacio era muy reducida, y era fácil mantenerla acorralada dentro del edificio, con la superioridad numérica de los felicistas, era factible esto y al mismo tiempo iniciar el ataque al castillo de Chapultepec, como se había previsto inicialmente.

Fotografía atribuida a Agustín V. Casasola. Aquí podemos ver el daño causado al interior de una vivienda, por una granada explosiva, a diferencia del experimentado por las granadas Shrapnel.

Los felicistas contaban con adeptos infiltrados en todos los cuerpos armados de la ciudad de México, y con probabilidad se enteraron de la salida del presidente Francisco I. Madero junto con su escolta de cadetes, se menciona que las tropas de Mondragón anduvieron erráticas por las calles de la ciudad, cosa falsa, pero sí hicieron una pequeña desviación, de una cuadra para evitar toparse con la columna de Madero; el enfrentamiento directo de ambos grupos con seguridad hubiera decidido el destino la misma mañana del 9 de febrero de 1913.

Para los felicistas era esencial terminar el asunto lo más rápido posible, idea básica de un golpe de estado…

¿A quién le interesaba extender el conflicto lo más posible?

Al momento de encontrarse el general Victoriano Huerta con Madero, mediaba entre él y cualquiera de los grupos beligerantes una cuadra, Huerta estaba esperando…

¿Por qué Mondragón no inicia el bombardeo de Palacio Nacional, inmediatamente después de tomar la Ciudadela? Pierde una segunda oportunidad, con un bombardeo de un par de horas con granadas explosivas y un ataque de infantería, y punto final…

La historia es como un juego de ajedrez, donde la previsión de los acontecimientos por medio de la especulación nos da la respuesta al hubiera… Pero la realidad es otra, y el movimiento Felicista cae en su propia trampa, dando fuego a las hogueras que otros querían incendiar.

La poca destrucción de la ciudad de México es solo aparente, las granadas Shrapnel con mucha dificultad podían derribar un muro, pero la mayoría de las techumbres no aguantaban la andanada de una batería, inclusive aquellas construidas con viguería de madera y entortados de argamasa y ladrillo. Por lo tanto son pocos los muros que encontramos derruidos, la ausencia de fotografías aéreas y el reducido recuento de los daños al interior de las viviendas nos engañan.

Tarjeta postal, sin firmar, ni rotular, pero perteneciente a la producción de la H. J. Gutiérrez, en el piso vemos los restos de dos granadas Shrapnel.

Hay testimonios de la frecuencia con que las granadas Shrapnel entraban directamente a las habitaciones por las ventanas, y un simple vidrio roto por el exterior podía significar la muerte y destrucción al interior.



Fotografía superior atribuida a Hugo Brehme, esquina de Balderas y Arcos de Belem, 9 de febrero, la batería lista para hacer fuego sobre la cárcel de Belem, en el piso se despliegan 9 granadas explosivas. Fotografía inferior atribuida a Antonio Garduño, un acercamiento de la misma esquina de Balderas y Belem, donde son muy visibles los daños causados por las granadas explosivas. De haberse usado más intensivamente las municiones explosivas este sería el aspecto de toda la ciudad.

En mi infancia llegue a visitar la casa del fotógrafo Enrique Escobar Castellanos en la calle de Meave, lo cual me causaba angustia y temor por el grado de deterioro de la vivienda, una vecindad de dos plantas de finales del siglo XIX o principios del XX; por mucho tiempo pensé que era el resultado de las rentas congeladas y la negligencia en el mantenimiento. Sin embargo después de muchos años de visitar la colonia Guerrero, una de las más pujantes aéreas de la clase media durante el porfiriato, he visto incansables veces el mismo tipo de cicatrices urbanas; mi conclusión: muchas de las techumbres dañadas durante la Decena Trágica nunca se repararon…

Se ha pensado que la gran mortandad de civiles durante la Decana Trágica, fue consecuencia de los curiosos, y de la sorpresa con que sorprendió a muchos en la mañana del 9 de febrero; pero no tenemos la menor idea de cuantos murieron pensando que eran seguros los muros de sus viviendas.

La aparente alegría con que la población de la ciudad de México recibió al supuesto régimen felicista, se apuntaló con granadas Shrapnel, y se pagó con torrentes de sangre.

Presentemos el arma...

St. Chamond-Mondragón.
Fotografía atribuida a Hugo Brehme, Av. Juárez frente al teatro Nacional.

El tubo-cañón se distinguen la caña volar y el refuerzo, formados por 7 zunchos de acero especial, embutidos en caliente, por lo que el apriete viene a constituir una sola pieza; el primer tubo presenta dos rayas de paso progresivo.

Presión máxima: 2.300 kg. x cm.2, producto de la combustión de 600 gramos de pólvora, contenida en un proyectil de 6,5 kg. de peso.

La parte posterior del tubo se obtura por el cierre, o sea una masa cilindrica con 3 sectores lisos y 3 fileteados, que corresponden a campos iguales en la culata; el cierre da paso central al percutor. Para asegurar el tornillo de la culata durante el fuego, o en las marchas, va provisto de llave, postigo y palanca de maniobras.

La cureña la forman el trineo, la cuña y el cuerpo de cureña, que soporta los mecanismos de puntería, freno de ruedas, coraza, eje de ruedas y mástil.

Los mecanismos de puntería son dos: el de altura tiene una amplitud de 5° abajo del horizonte y 17° 30' hacia el cénit. El mecanismo en dirección se efectúa por deslizamiento de la cureña sobre el eje de ruedas, en 3° a la derecha y 3° a la izquierda del eje del cañón: además, posee una línea de mira de 800 mm. de longitud, colocada a la izquierda del tubo y que sirve para un apuntado previo, o para los momentos de apuro, a reserva de corregir la puntería en dirección y por horquilla en alcance.

El equipo de una pieza lo forman:
La pieza con sus aparatos de puntería; el mástil posee argollón de contera para engancharlo al avantrén.

El avantrén de la pieza contiene 36 granadas y sirve de asiento a los tres sirvientes de ésta; por la parte delantera se encuentra la lanza y dos balancines unidos al avantrén por medio de resortes para aliviar a la pareja de acémilas en los altos o frenadas; por la parte posterior lleva el perno pinzote para enganchar la pieza.

El carro de municiones contiene 64 granadas colocadas verticalmente, con la espoleta hacia abajo; lleva también el aparato arreglador de espoletas y el eje con argollón para su unión al avantrén. Este último es idéntico al de la pieza y también da asiento a los tres sirvientes del carro de municiones.

Forman parte de este equipo: una caja de herramientas y repuestos, pico y dos palas.
Los dos conjuntos, pieza y carro, están tirados cada uno por tres parejas de caballos o de mulas: la de tronco, la de punta de lanza y la de guías, provistas del atalaje que las guarniciona.

Peso total de la pieza en batería: 1.024 kg.
Peso del tubo-cañón: 337 kg.
Altura del cañón sobre el piso: 1,05 m.
Diámetro de las ruedas: 1,32 m.
Anchura de la vía: 1,52 m.
Peso del avantrén cargado: 746 kg.
Peso del carro de municiones, cargado: 1.000 kg.
Velocidad inicial: 500 m. por segundo.
Tabla de tiro en alcance de 100 a 4.000 m.


También se puede leer:

El horror. Cremación de cuerpos en la vía pública.
La Decena Trágica. Antecedentes. La "H. J,. Gutiérrez" previo a la decena.
La Decena Trágica. Los fotógrafos.
La Decena trágica. La cámara anónima.
La Decena Trágica. La competencia.
La Decena Trágica. Gutiérrez-Retes.
La Decena Trágica. Tarjetas conmemorativas I. Serie editada por la American Book & Printing Co.
Decena Trágica. Daguerre o Escobar.
Decena Trágica. H. J. Gutiérrez. Serie de 63 fotografías.
"H. J. Gutiérrez", la Decena Trágica. Análisis de la serie fotográfica de la "H. J. Gutiérrez".

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