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H. J. Gutiérrez, Foto.


Publicado por Arturo Guevara Escobar en

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Por Aruro Guevara Escobar

A la par del sonar de los fusiles, la mayor parte de los mexicanos hacían su vida...Eran los años de 1910, y al grito de “viva Madero”, se trastocaba el acontecer del idílico México porfiriano. Para unos, fue un abrupto despertar, para otros un adiós sin pena ni gloria… a unos cuantos se les habría un mundo de oportunidades. De los afortunados, podemos contar al fotógrafo y empresario Heliodoro Juan Gutiérrez Escobar, mejor conocido como “H. J. Gutiérrez”.

Retrocedamos un poco en el tiempo, para conocer de dónde vino, quién era, y así entender porqué nos acordamos de este personaje, mencionado una y otra vez durante casi un siglo, cuando la fotografía de la revolución entra en escena, pero de quien poco se sabía hasta fechas recientes.

Heliodoro Juan Gutiérrez Escobar, nació en una zona rural de Jalisco, reconocida por la hechura de sus equipales, Zacoalco de Torres, un 21 de diciembre de 1878. De sus primeros años no tenemos muchos datos, tan solo que en su adolescencia vivió en Guadalajara, y había demostrado sus dotes comerciales como arriero; un día como muchos mexicanos lo han hecho, pensó en un mejor futuro más allá de nuestras fronteras, y antes de cumplir los 18 años tomó el rumbo de California, 1896.

La primera noticia desde esa tierra la tenemos en 1900, cuando fue censado en la ciudad de San Francisco; vivía en la calle Jones número 506, se declaraba ser fotógrafo y haber tenido trabajo durante toda su estancia en el país. De los misterios aun por resolver, es cómo se involucra en la actividad, fue en los Estados Unidos, o desde México ya llevaba una idea preconcebida para viajara a una de las zonas con más actividad fotográfica en los Estados Unidos. Probablemente sus intenciones eran permanecer ahí, pero una tragedia familiar lo traería de vuelta.

En 1902, muere el coronel de caballería Félix Vélez Galván, antiguo compañero de andanzas del general Porfirio Díaz, a quien había apoyado en los levantamientos de la Noria y Tuxtepec. H. J. Gutiérrez tenía lejanos lazos de sangre con él, pero fuertes intereses sociales, junto con otras familias de presencia dominante de los altos de Jalisco; los Vélez, los De la Torre, Preciado y Vizcaíno; así regresa para presentar sus condolencias. Si bien los lazos consanguíneos eran lejanos, al poco tiempo se encargó de acortarlos, pretendiendo a una de las hijas del finado coronel.

Heliodoro llegó a México cámara en mano, sin más ambición por vivir en el vecino país del norte, y con nuevas ideas en mente. Mientras decidía donde establecerse, permaneció trabajando como fotógrafo itinerante principalmente en la zona de los estados de Jalisco y Colima. Finalmente en 1905 se avecinda en la ciudad de México.

Por su capacidad empresarial, funda diversos negocios vinculados con la fotografía, eligiendo la calle de Nuevo México, actualmente Artículo 123, para localizarlos. El primero de ellos, la “Casa amplificadora de retratos”, en el número 30 de la citada calle, un nombre genérico en esos tiempos para denominar un tipo de establecimiento comercial, por ejemplo existía la de Gerardo Vizcaíno (1), donde trabajó durante 1905 José Clemente Orozco; o la de Revillagigedo 24, perteneciente a F. O. Boli y Cía.

En su publicidad se leía:
“En nuestras oficinas tenemos establecida una galería fotográfica, montada en igual forma a las principales de Europa y Estados Unidos, en donde tomamos negativas al último estilo y artísticas, contando además con los aparatos más modernos conocidos hasta hoy. También tomamos fotografías de Casas Comerciales, fachadas, e interiores, Fábricas, Despachos, Minas, haciendas, etc., etc., y en general toda clase de vistas.”

Curiosamente él no se presenta como fotógrafo, más bien “Fabricante e importador”; la pregunta obligada sería, de qué…Cromos; retratos al crayón, tinta china, acuarela, sepia y pastel; lunas biseladas; marcos; y una gran variedad de productos de papelería para estudios fotográficos; entre algunos de sus clientes los estudios Mack, y Napoleón. Podemos comprender por qué un establecimiento del ramo, necesitaba de personal con la habilidad de Orozco.

Al parecer un año después abre otro negocio, en el número 204 de Nuevo México, “La Postal Photo Finishing”, donde el nombre nos daría a entender una especialización en las tarjetas postales. Por cierto el negocio de las tarjetas postales vivía sus mejores días, en México y el mundo, siendo una lucrativa opción.

La expansión económica va de la mano de otros acontecimientos; el 26 de junio de 1906 contrae matrimonio con María Luisa Vélez López. Hecho que consolidando su posición, volviéndose lo suficientemente holgada como para pensar en grande, aunada a la participación de su mujer como representante legal en sus negocios. El otro acontecimiento, relevante para la historia de la fotografía en México; es cuando manda traer desde su pueblo natal, a su tío, Aurelio Escobar Castellanos (2), para emplearlo como su ayudante dentro del estudio fotográfico. Sus primeras lecciones las tendría, acompañando al maestro como fotógrafo dominical en la Alameda Central, o en las tardeadas en Chapultepec. Es interesante reconocer como un fotógrafo de Estudio ya con cierto prestigio, seguía prestando sus servicios de manera ambulatoria en la Alameda, bueno a solo una cuadra del estudio.

Heliodoro J. Gutiérrez asciende de forma meteórica; en 1907 aparecen por primera vez registros suyos en Propiedad Artística y Literaria, y es llamado “Artista fotógrafo”; consagrándose entre los mejores retratistas de la ciudad de México; laureado con la medalla de oro en la exposición de Milán, 1906; y obteniendo interesantes comisiones entre la alta sociedad porfiriana.

1908, la visión emprendedora de Heliodoro lo hace incursionar en dos actividades hoy en día bastante comunes… entonces toda una novedad. Primero adquiere una franquicia… “The Chicago Photo Studio”, Nuevo México nº 32, haciendo gala de su especialidad en retratos de tamaño natural, a domicilio o en estudio, de día o noche, y recalcando la antigüedad de la franquicia, 13 años en los Estados Unidos; la empresa se funda en 1895 en razón de la exposición Universal de Chicago (3). Su segunda novedad, un negocio de alquiler de automóviles para bodas y eventos sociales a retratar; “La Parisienne”, automóviles para casamientos. Lo cual incluía arreglos florales, y la decoración del vehículo, en ocasiones de manera sofisticada con bordados, deshilado y recamados hechos en ex profeso, para recubrir los interiores; a veces también para acompañar a los servicios luctuosos. El fotógrafo siempre mantendría el gusto por las lujosas maquinas, y a la moda.

Las necesidades sociales de su éxito, lo impulsan a presentar un local comercial acorde a ello. En 1909 firma un contrato por diez años para usufructuar gran parte del inmueble de Nuevo México 30, adicionándole un piso. Cosa extraña para un contrato de arrendamiento de este tipo, se hizo notarialmente (4), preservándose hasta nuestros días las condiciones, y detalles del acuerdo, uno de ellos es importante tenerlo presente; la cláusula 6º obliga al inquilino a abandonar el inmueble si tiene el retraso de una sola mensualidad, y como permaneció ahí hasta el fin del contrato, más un refrendo por un año, podemos asumir que siempre cumplió con los pagos, el costo fijo del arrendamiento se pacto en $95 pesos de plata u oro fuerte; nada de billetes...la providencia protegió al dueño del inmueble durante los siguientes años, cuando el papel moneda se llevaban en carretillas y no valía nada.

La confianza de Heliodoro J. Gutiérrez en su solvencia y capacidad empresarial, le permitieron aventurarse con tal compromiso, sin imaginarse las dificultades por enfrentarse durante esos diez años. No solo eso, en 1911 abre un segundo estudio fotográfico con el nombre de “Marst”. En 1912 repite la formula de arrendamiento, para el estudio Marst, ubicándolo en el último piso del recién inaugurado edificio “Gore”, Nuevo México 6, con sus siete niveles el más alto de la ciudad de México. Colocando un enorme anuncio sobre sus cuatro fachadas, siendo visible a gran distancia; “Fotografia, Fotografía Marst, Fotografía…” E implementó una campaña publicitaria en medios impresos para dar a conocer su nuevo establecimiento. No es de extrañar que con el tiempo se conociera el edificio como “Marst”.

Apostándole de pleno a la consolidación del régimen maderista, y a las condiciones de paz de él esperadas, busca expandirse económicamente, sí, aun más. Para ello convence a su cuñado Francisco Vélez López, para dejar su fábrica de jabones y velas para invertir en la industria fotográfica. La intención crear una franquicia en la península de Yucatán; entre finales de 1912 y principios de 1913, Francisco Vélez acompañado del fotógrafo Enrique Escobar, visitan el sureste mexicano y analizan las posibilidades. Desafortunadamente en el viaje de regreso Francisco Vélez contrae la fiebre amarilla, y a consecuencia de ello junto a otras complicaciones muere en 1914.

Cuan alejada es esta realidad, a la pintada por muchos años de un “H. J. Gutiérrez”, fotorreportero, que dejó su trabajo en la capital, para fotografiar la revolución maderista en el norte del país…

Regresemos sobre nuestros pasos para situarnos en 1910, las fiestas del Centenario. Sí alguien se vio beneficiado en ellas, fueron los fotógrafos, en todos los niveles, para atender a un público ávido; las grandes comisiones gubernamentales, los medios impresos demandando imágenes continuamente, el boyante negocio de las tarjetas postales, etc.

Heliodoro J. Gutiérrez nos tiene preparada otra cara, no es el fotógrafo individual, ni la estrella del glamuroso estudio fotográfico, es una entidad grupal donde sus miembros pasan de manera anónima, “la agencia fotográfica”. Las fiestas del Centenario por su multiplicidad de eventos, y la magnitud de ellos, es un reto a enfrentarse de otra forma, con la colaboración de miembros, y no con el don de la ubicuidad. Aurelio Escobar, se había integrado como ayudante en 1906, y para 1910, H. J. Gutiérrez lo reconoce como su par, de igual manera se irán agregando los hermanos Escobar; Enrique e Ignacio y sus hermanas, Beatriz, Domitila e Isabel como asistentes de laboratorio. Más tarde llegarían los fotógrafos Emilio Pérez Figueroa y Salvador Vallín; y otro fotógrafo del cual solo conocemos su nombre de pila, Eusebio; ayudantes y comisionistas (5).

Una pregunta obligada; ¿para qué se usaba tanto personal?

Por desgracia no existe un archivo fotográfico de H. J. Gutiérrez, no sabemos la verdadera extensión de su trabajo; son los archivos formados mediante la colección, los únicos elementos de consulta. A pesar de ello no dudamos en la existencia de muchas fotografías con el sello “H. J. Gutiérrez” guardadas por ahí.

La mayoría de las imágenes conocidas de la “H. J. Gutiérrez” son las postales de la Revolución Mexicana, la parte substancial de ellas de la autoría de Aurelio Escobar Castellanos. Aunque durante las Fiestas del Centenario, se produjo un abundante material en formato postal, por alguna extraña razón, no se registró en Propiedad Artística y Literaria, ni tampoco se reprodujo con la marca “H. J. Gutiérrez”
Si bien no podemos mesuras la prosperidad de Heliodoro J. Gutiérrez por el número de imágenes legadas a la posteridad; podemos hacernos una idea por los negocios que administraba, hecho sintomático uno del otro, hacia finales de la década de 1910, abre otro estudio fotográfico… “París”. En la segunda parte de la década de 1910, Gutiérrez maneja tres estudios fotográficos de manera simultánea; The Chicago Photo Studio; Marst; y París, el primero funcionará hasta 1919, el segundo 1928, y el tercero 1955 (6); para el año de 1918 compra el estudio de los hermanos Valleto. En 1920 The Chicago Photo Studio deja de existir como tal, para convertirse en “H. J. Gutiérrez, fotografía”, ocupando el lugar del estudio de los Valleto. Los años de la Revolución Mexicana se pueden llamar de prosperidad.

Otra manera de contemplar el éxito de Gutiérrez, es analizando su clientela, bajo el principio de “Business are business”, no se le cerraba la puerta a ningún trabajo, podemos entender que aquí estaría la diferencia de sus establecimientos, quién hace el trabajo y en dónde se hace. Desde 1907 la Embajada de los Estados Unidos era su cliente; en 1910 pasó bajo su lente el General Porfirio Díaz; luego el presidente interino Francisco León de la Barra, Francisco I. Madero y la élite maderista; inclusive Emiliano Zapata pagó la nada despreciable cantidad de mil pesos plata para un estudio fotográfico en 1914. Había trabajos económicos, accesibles a otro tipo de público; el iluminado de fotografías, y la restauración por ejemplo (7). No olvidemos, a pesar de los turbulentos años de la Revolución, la gente se seguía casando, había bautizos y quince años…

En 1912, apostando nuevamente al futuro, Gutiérrez prescinde de la colaboración de Aurelio Escobar, enviándolo a estudiar fotografía a los Estados Unidos, en la “Southern School of Photography”, a la vez que él lo había hecho en la “Dallas Eastman School” (8). La presencia del fotógrafo A. Escobar en México será intermitente a partir de aquí, a causa de las presiones políticas y económicas. El mismo Heliodoro sufrirá del destierro voluntario, sumándose al éxodo de extranjeros y mexicanos que dejan el país en1915. Bajo el pretexto de la convención fotográfica de la “Photographer’s Asociation of America”, de la cual era miembro activo y presidente de la sección México, acude a los Estados Unidos, el años siguiente prácticamente lo vive viajando por la nación norteamericana, se atestigua la asistencia de Gutiérrez a las convenciones de 1911, 1915, 1916, 1918, y 1920. A la convención de 1913 no asiste, pues en la misma fecha, agosto, es elegido presidente de la “Sociedad de Fotógrafos de la Prensa”, y en su lugar asiste el fotógrafo Emilio Lange.

La influencia de H. J. Gutiérrez como hombre de negocios y fotógrafo de estudio, eran factores de mayor peso ante la circunstancia de no ser fotorreportero, en 1912 fungió como tesorero de la asociación, y su presencia en las organizaciones de tinte laboral de los fotógrafos será permanente hasta su muerte en 1933, a la par de la influencia de Antonio Garduño.

Como se podrán percatar existe la posibilidad de la ausencia de H. J. Gutiérrez y A. Escobar en México al mismo tiempo, por lo cual la responsabilidad de los estudios fotográficos debía recaer en otro fotógrafo. En agosto de 1914, el fotógrafo Ignacio Escobar deja México, regresando tras una larga ausencia en1927. En su estancia en los Estados Unidos trabajará en el “Studio Lyles”, Columbia, South Carolina, mismo lugar donde A. Escobar lo hará de manera intermitente en 1914, 1915, 1916, y 1918; en 1918-19 el Studio Lyles tendrá en su plantilla a 5 fotógrafos previamente pertenecientes a “H. J. Gutiérrez, foto” (9). Hacia finales de la década de 1910, otros miembros de la familia Vélez, sobrinos de Heliodoro J. Gutiérrez, se unirán al clan fotográfico, sin que ninguno de ellos demuestre una verdadera vocación por la fotografía.

A la fecha, el conocimiento del material producido en los estudios fotográficos de H. J. Gutiérrez es reducido, lo cual no permite hacer un análisis puntual del mismo, identificar diferencias de estilo, o sí hay una continuidad que podríamos llamar “Escuela”, su influencia territorial, volumen de trabajo, etc., quedan mucho por hacer.

Este texto, aunque pequeño, requirió de la investigación durante varios años, y se basa en rastros documentales; notas de diarios y revistas, tanto en México como los Estados Unidos; correspondencias particulares de la familia Vélez; registros de migración y cruces fronterizos en los Estados Unidos; los registros de los Censos realizados en los Estados Unidos; el Archivo Histórico de Notarías, D.F.; el Archivo General de la Nación; el Archivo de la Secretaría de Relaciones Exteriores; el Archivo Histórico de la SEP; la Hemeroteca Nacional de México; el trabajo realizado en los Estados Unidos por Harvey S. Teal, y publicado en su estudio sobre los fotógrafos de Carolina del Sur, 1840-1940; a las investigaciones que de manera indirecta llevó a cabo Claudia Negrete; a las aportaciones de los investigadores Daniel Escorza, Miguel Ángel Morales, Susan Froost; etc. Y tiene la intención de dar una imagen verosímil de un personaje en gran medida subvaluado, de dar argumentos para futuras búsquedas, y preservar su labor en la justa medida.

Notas.

(1) De acuerdo a Ignacio Vizcaíno Tapia, quien se ha dedicado al estudio genealógico de la familia Vizcaíno, todos ellos provienen de un mismo tronco y de la misma zona, Nueva Galicia, hoy Jalisco. Sin extrañarnos sí en algún momento se puede establecer una relación directa entre Gerardo Vizcaíno, y Heliodoro J. Gutiérrez. El cuñado de Heliodoro; Francisco Vélez por medio de su esposa María de la Torre Preciado, emparentó con la familia Vizcaíno; y es importante resaltar que a pesar de la lejanía de los lazos genealógicos, las familias de los Altos de Jalisco mantenía una estrecha relación afectiva, y de compromisos socioeconómicos.
(2) Aurelio Escobar Castellanos era tío de Heliodoro J. Gutiérrez Escobar, aunque su edad era diez años menor.
(3) Es importante resaltar que hasta el momento no he localizado ninguna impresión marcada en su cara como “The Chicago Photo Studio”, en ocasiones aparecen con marca en relieve “H. J. Gutiérrez”; pero al reveso aparecen etiquetas o sellos de tinta “The Chicago Photo Studio”, y/o “H. J. Gutiérrez”. A partir de 1911 cambia la formula usada en la papelería; “The Chicago Photo Studio, H. J. Gutiérrez”; por “Fotografía H. J. Gutiérrez, The Chicago Photo Studio”.
(4) Para seguir esta pista fue importante el trabajo previo hecho por Claudia Negrete y publicado en el artículo “El edificio Gore y la fotografía Marst” aparecido en la revista Alquimia, Año 3, Núm.7, sep/dic 1999.
(5) H. J. Gutiérrez mantenía comisionistas, que visitaban las parroquias de la ciudad de México para conocer quién y cuando pretendía contraer matrimonio, y posteriormente convencerlos de tomar sus servicios.
(6) A la muerte de H. J. Gutiérrez, Aurelio Escobar Castellanos continuará a cargo del estudio París, más tarde serían los hijos de H. J. Gutiérrez, fotógrafos, Benito y Luís quienes tendrían la responsabilidad. Luís Gutiérrez Vélez como su padre se dedicaría a la fotografía de estudio, montando su propio estudio en la Zona Rosa durante las décadas de los años 70 y 80.
(7) El iluminado, no solo se hacía sobre imágenes propias, por lo cual mandar iluminar una fotografía podía ser una opción económica para hacerla más atractiva. La restauración es muy similar a los procesos comerciales de la actualidad, sacar una reprografía y sobre el negativo retocarla. Otra opción son los montajes y la fusión de imágenes. Con la facilidad de que habían comisionistas al servicio de H. J. Gutiérrez para recoger el trabajo y posteriormente regresarlo.
(8) No se ha podido determinar en qué periodo H. J. Gutiérrez asistió a dicha institución.
(9) Una línea de investigación que amerita profundizarse, es porqué William H. Lyles Jr. abre “su negocio” en 1914 en colaboración con A. Escobar, y durante los siguientes 13 años, sus operarios serán fotógrafos ligados con H. J. Gutiérrez; entre 1928 y 1931 Lyles trabaja en colaboración con el fotógrafo Deaver C. Blackwell, después de esa fecha ambos personajes desaparecen de la escena fotográfica. Aurelio Escobar abrirá en 1919 su propio estudio fotográfico en Columbia, S.C.